lunes, 17 de diciembre de 2012

El líder vive su empresa 24/7

Akio Morita ( 1921- 1999) fue un físico y empresario japonés, cofundador de Sony con Massaru Ibuka con quien desarrolló productos como el primer radio de transistores comercial, los televisores Trinitron, las videograbadoras caseras (Betamax) o el Walkman.
En su libro autobiográfico Made in Japan comenta una anécdota relacionada a los problemas que afrontaba su compañía para vender los grabadores de cinta y cómo una situación fortuita le permitió resolverlos, cuando pasó por casualidad frente a una tienda de antigüedades, no muy lejos de su casa en Tokio. Confiesa que no tenía un verdadero interés por las antigüedades y, que por ello, no apreciaba su valor. Sin embargo, mientras estaba ahí parado, mirando esos viejos objetos de arte le impresionó por los altos precios que tenían marcados. Observó a un cliente que estaba comprando un jarrón, que si vacilar extrajo de su billetera una cantidad importante de billetes y se la entregó al anticuario. Este precio era más alto que el que pedían por el grabador de cinta. Entonces, se preguntó:

-¿Por qué iba alguien a pagar tanto dinero por un objeto viejo, carente de aplicación práctica, en tanto que un dispositivo nuevo e importante, como nuestro grabador de cinta, no atraía a los clientes?

Para Morita, según expresa, resultaba evidente que el valor del grabador excedía al de una antigüedad, debido a la capacidad del aparato para mejorar el nivel de vida de las personas que pudieran entrar en contacto con él. Pocas personas podían apreciar las finas líneas del jarrón y, por temor a romperlo, era difícil que muchas personas pudieran tocar algo tan costoso; por otra parte, el grabador de cinta podía prestar servicio a centenares, o hasta millares, de personas: podía entretenerlas, divertirlas, educarlas, ayudarlas a mejorar.

Él no tenía duda de que el grabador de cinta era una compra mejor, pero se dio cuenta de que el jarrón tenía un valor que sólo percibía ese coleccionista de antigüedades. Es en ese momento que entendió que para vender el grabador, tendrían que identificar la gente y las instituciones factibles de reconocer el valor de su producto.


Añadió que uno de sus equipos, aquel liderado por Taemon Maeda, había observado que durante el período inmediatamente posterior al fin de la segunda guerra mundial había una aguda escasez de taquígrafos, debido a que muchos jóvenes habían abandonado los estudios al haber sido reclutados. Hasta que se pudiera corregir esa escasez, los tribunales del Japón estaban tratando de arreglárselas con un pequeño cuerpo de taquígrafos, sobrecargado de trabajo. Con la ayuda de Maeda, se hizo una demostración de la grabadora en la Corte Suprema del Japón, vendiéndose inmediatamente veinte equipos.


-Esa gente no tuvo dificultades para darse cuenta de cómo dar uso práctico a nuestro dispositivo; de inmediato vieron el valor del grabador de cinta; para ellos no era un juguete…-sentenció.

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